Contenidos temáticos
- ¿Qué es el aprendizaje orientado a proyectos?
- Características del AOP
- Planificación del AOP, orientaciones didácticas
- Desarrollo del proceso (alumnos)
- Evaluación del AOP
Desarrollo del tema
1. ¿Qué es el aprendizaje orientado a proyectos?
El aprendizaje orientado a proyectos (AOP) también se denomina Aprendizaje basado en Proyectos o Aprendizaje por proyectos. Es una metodología de aprendizaje en la que se pide a los alumnos que, en pequeños grupos, planifiquen, creen y evalúen un proyecto que responda a las necesidades planteadas en una determinada situación.
Este aprendizaje requiere el manejo, por parte de los estudiantes, de diversas fuentes de información y disciplinas que son necesarias para resolver problemas o contestar preguntas que sean realmente relevantes (Dirección de investigación y Desarrollo educativo, Monterrey).
Para el uso de esta técnica de aprendizaje es importante la coordinación de docentes de diferentes materias para que en un mismo proyecto los alumnos tengan que aplicar conocimientos de distintas asignaturas y que, además, los nuevos conocimientos que construyan formen parte de una estructura coherente e integrada. Por tanto, esta técnica de aprendizaje tiene su base en el constructivismo (Piaget, Vigotsky, etc.), que sostiene que las personas construimos el aprendizaje a partir de los conocimientos y las experiencias de los que ya disponemos y, en muchas ocasiones, a través de la participación activa y de la interacción con los demás.
Morales (2007) afirma que una enseñanza centrada en el aprendizaje supone para el alumno un papel más activo, un mayor compromiso y responsabilidad por su propio aprendizaje y un enfoque profundo en su estilo de aprendizaje. El autor continúa defendiendo que estos cambios no vendrán por sí solos, si no que los docentes “con nuestras demandas y exigencias, con la tónica de nuestras clases y las oportunidades de aprendizaje que presentemos” a los alumnos, estaremos influyendo en la forma en que trabajarán, se comprometerán y aprenderán los estudiantes.
Es posible que en un grupo de estudiantes haya personas desmotivadas hacia la materia, sin ganas de aprender, de esforzarse, etc. Con métodos activos como el AOP, resultará más viable que estos alumnos encuentren motivación, ilusión por aprender y por hacerlo adecuadamente.

El AOP, como técnica didáctica, desarrolla las siguientes capacidades (de Miguel, 2005):
- Análisis
- Síntesis
- Investigación
- Transferencia de conocimientos y procedimientos a otros contextos
- Pensamiento crítico
- Responsabilidad individual y grupal
- Manejo de diversas fuentes de información
- Expresión oral y escrita
- Trabajo en equipo
- Planificación, organización
- Toma de decisiones
Con este método los alumnos tienen que trabajar en equipo desde el principio y desarrollar un proyecto que solucione la situación presentada planificando la actuación, distribuyendo tareas, investigando, analizando los contextos involucrados, desarrollando el plan establecido, evaluando las posibles consecuencias, previendo los éxitos, etc. Exige, el AOP, en todo momento que el alumno esté activo, interactuando con sus compañeros, contrastando opiniones, ideas, teorías, aplicaciones para llegar a consensos fundamentados y justificados, etc. La reflexión sobre el conocimiento con el fin de generar nuevo conocimiento es un eje central de esta metodología.
2. Características del AOP
De la técnica de AOP podemos destacar las siguientes características:
- Es una metodología centrada en el alumno y en su aprendizaje. El alumno deberá trabajar con un grupo de manera autónoma y, a partir de la situación dada, realizar una investigación que finalice con la entrega de un proyecto que de respuesta viable a una necesidad determinada (o situación presentada).
- Parte de un planteamiento real. Esto favorece que los estudiantes aumenten su motivación hacia las temáticas de estudio y se familiaricen con dificultades o situaciones que se podrán encontrar en su futuro puesto de trabajo.
- Favorece el compromiso del alumno con su aprendizaje y con el de su grupo de trabajo. Este compromiso lleva consigo un aumento de la responsabilidad individual y grupal con el proceso que seguirá el grupo y con la calidad del producto que logrará.
- Es deseable que, a la hora de plantear el proyecto a desarrollar, estén implicadas distintas áreas, potenciando así el carácter interdisciplinar de esta técnica. Esta conexión entre diversas áreas de estudio ofrece al estudiante la posibilidad de estructurar los conocimientos ya disponibles y los nuevos en un “todo” coherente necesario para el desempeño profesional. Del mismo modo, ofrece a los profesores la posibilidad de trabajar en equipo estando, también, en continuo aprendizaje y en una mejora continua.
¿Qué diferencias existen entre el AOP, EL ABP (aprendizaje basado en problemas) Y EL MDC (método del caso)?
Estas tres metodologías pueden parecer similares. Lo son porque las en las tres se parte de un problema, situación o caso (más o menos complejo). Los procesos que siguen y las capacidades que desarrollan o potencian no son iguales. Incluso los productos que los alumnos entregan son distintos. A continuación se presentan más detalladamente estas diferencias.
3. Planificación del AOP, orientaciones didácticas
El docente o los docentes que deciden utilizar la metodología del AOP deben tener en cuenta los siguientes aspectos:
- Los objetivos que los alumnos lograrán con la realización del proyecto.
- Los conocimientos que adquirirán con la creación del proyecto.
- Las temáticas que abordará el proyecto.
Nadie mejor que los propios docentes conocen la materia que imparten y, por tanto, los momentos en que sería bueno plantear la elaboración de un proyecto, la resolución de un caso o un problema.
La elaboración de un proyecto, por la complejidad que representa, requiere tiempo, quizá algo más que otro tipo de metodologías. Por dicha complejidad se utiliza más en los últimos cursos académicos aunque si, desde el principio, se entrena al alumno en la adquisición de conocimientos por la propia investigación y a través del trabajo en equipo, los proyectos se pueden utilizar en cualquier momento, siempre y cuando estén justificados por los objetivos pretendidos y los contenidos a desarrollar.
Es posible que, en las primeras aplicaciones del AOP, no se obtenga el resultado esperado. Es lógico que esto suceda y que de estas experiencias, tanto alumnos como docentes, pueden sacar información muy valiosa para solucionar posibles dificultades futuras.
Considerando estas cuestiones previas, se presentan las fases en la planificación de un proyecto:
- Definir el proyecto: los docentes involucrados pueden considerar en esta primera fase los objetivos del mismo, las áreas de conocimiento implicadas, la duración del mismo (en horas de dedicación), fecha de entrega final. A modo de ejemplo se puede utilizar la siguiente tabla.
- Definir las actividades a realizar: concretar lo que los alumnos tendrán que entregar (para evitar sensaciones de dudas o incertidumbre) y especificar si entregarán resultados parciales. Es conveniente que los alumnos tengan que realizar pequeñas entregas antes de entregar el proyecto final sobre todo para evitar posibles fallos y corregir los errores que vayan surgiendo.
Con respecto a la definición de actividades, también es interesante elaborar un plan inicial sobre las sesiones presenciales y las sesiones de tutoría que tendrán los alumnos. Especificar cuántas sesiones presenciales van a compartir (especificando las horas) y a cuántas tutorías y en qué fechas acudirán.
Los alumnos necesitan sentirse acompañados en el proceso de elaboración del proyecto. Así, las tutorías tienen dos ventajas significativas. La primera de ellas es que permiten al profesor conocer los avances que los alumnos están haciendo, los posibles errores (con el fin de reconducirlos), la participación de los miembros del grupo, el enfoque teórico y práctico que están utilizando, el logro de objetivos, etc. La segunda ventaja es que los alumnos, al sentirse acompañados y orientados en todo momento, estarán más motivados hacia la tarea y las posibilidades de abandono, disminuyen.
- Definición de los recursos necesarios: será necesario orientar a los alumnos acerca de los materiales que tendrán que utilizar para desarrollar el proyecto. Se pueden dividir en libros/artículos, Internet, programas específicos, etc.
- Evaluación: Se recomienda que los docentes especifiquen claramente los criterios de evaluación ya que la forma de evaluación condiciona la manera de aprender de los alumnos. Morales (2005) afirma que lo que más influye en cómo estudia el alumno es la evaluación esperada.
El interés radica en que los alumnos estudien y aprendan no sólo para aprobar sino que aprendan para desarrollarse como personas y profesionales que puedan desenvolverse con éxito en su entorno laboral. Dentro de esta perspectiva, un buen ejemplo para poder evaluar el aprendizaje orientado a proyectos puede ser:
Es conveniente no evaluar solamente el resultado final sino centrarse también en el proceso que siguen los estudiantes durante la elaboración del proyecto con el fin de evitar equivocaciones, corregir posibles errores conceptuales o procedimentales, orientar los aprendizajes, etc. Un proceso de aprendizaje continuo, orientado por el docente, es fundamental para que los alumnos logren los objetivos previstos.
Con la reflexión sobre estos aspectos, los docentes ya tienen bastante claro en qué va a consistir el proyecto, las fechas claves, las posibles tutorías que han organizado, cómo será la evaluación, etc.
Otros aspectos en los que el docente puede reflexionar para orientar el aprendizaje de los alumnos son las denominadas “preguntas guía”, que les ayuden a elaborar su plan de trabajo (¿Cuál es el problema? ¿Cuál sería la situación ideal? ¿Cuáles son los factores que influyen en la situación?, etc.). De la misma manera, establecer claramente los “criterios de evaluación”, en cada una de las actividades, que los estudiantes van a ir entregando resulta muy valioso, no sólo para ellos, sino también para el profesor.
4. Desarrollo del proceso (alumnos)
Lo más frecuente es que el proyecto se elabore en pequeños grupos (entre 4-7 personas). Pero también se puede realizar individualmente. Cada tipo de agrupación tiene sus ventajas y limitaciones. El trabajo en equipo resulta muy enriquecedor para el aprendizaje de los estudiantes y, además, desarrolla diversas competencias necesarias para la socialización y la adaptación al entorno y a los cambios de las personas. En cualquier caso, los docentes y los alumnos son quienes elegirán la forma de trabajo que consideren más adecuada para el logro de los objetivos.
Se distinguen cuatro fases para la elaboración de un proyecto:
En la primera fase el grupo de estudiantes ha de aproximarse a la problemática presentada y para hacerlo necesita recurrir a la bibliografía presentada por el docente y a los recursos que les parezcan oportunas para lograr conocer y comprender la problemática concreta y poder enfrentarse a la tarea. Las reuniones de equipo, la investigación documental, las tutorías o consultas a los docentes son muy relevantes, ya que lo que se trabaje en esta fase será la base del proyecto que realizarán.
En un segundo momento, los alumnos conocen cuál es la problemática y, por la información que han recopilado, pueden establecer el plan de trabajo que el grupo va a llevar a cabo, las tareas y las funciones que tendrá cada miembro. Es posible que, a partir de esta fase, los alumnos trabajen de forma individual para, posteriormente, reunirse con su grupo y comentar, contrastar y completar los avances logrados.
La tercera fase es la elaboración del proyecto, con todos sus elementos (especificados por el docente). El grupo de estudiantes ha adquirido la información y los conocimientos necesarios para poder desarrollar el proyecto.
Por último, en la cuarta fase, se pide a los alumnos que evalúen el trabajo realizado en grupo y, también (si se considera oportuno) individualmente los aprendizajes logrados, el dominio alcanzado de los temas, el trabajo en equipo, las reuniones con los compañeros, etc.
Las tutorías y las sesiones presenciales acompañan a cada uno de los momentos de aprendizaje de los alumnos, para que los docentes puedan orientarles, acompañarles, guiarles en sus avances, reforzarles en sus logros, corregir sus errores, etc. para que los alumnos logren un aprendizaje significativo y útil para su desarrollo personal y profesional.
Durante el proceso el docente ha de prestar especial atención a:
- Los posibles errores teóricos de los alumnos, con el fin de orientarles y facilitar buenos aprendizajes.
- La aparición de conflictos dentro de los grupos que no puedan solucionar los alumnos. Cuando un conflicto no se resuelve adecuadamente el trabajo se ve negativamente afectado. Lo ideal es que los alumnos intenten resolver sus diferencias en equipo, pero si éstas no se solucionan, puede ser necesaria la intervención del profesor.
- Los avances que con su estudio, dedicación y esfuerzo van consiguiendo los estudiantes, con el objetivo de animarles y reforzarles en su trabajo.
- Los alumnos desmotivados. Aunque la metodología del AOP aumenta la motivación del alumnado, podemos encontrar alumnos que, por diversos factores, no estén motivados para realizar el proyecto. A ellos les resultará más complejo adaptarse a la dinámica y es posible que necesiten algún tipo de orientación más específica por parte del tutor para poder incorporarse eficazmente a su grupo de trabajo.
5. Evaluación del AOP
Para evaluar el proyecto se necesita atender a dos aspectos:
1. Evaluación del proceso:
Las reuniones de trabajo en equipo, las sesiones de tutoría, las sesiones presenciales, los progresos, etc. Para evaluar todos estos aspectos es necesaria la colaboración de los alumnos, pedirles que el coordinador elabore informes puntuales del rendimiento del grupo, de la eficacia de sus reuniones, aprendizajes logrados, etc. De la misma manera el docente en las sesiones presenciales y en las de tutoría podrá registrar los avances, los conocimientos que van adquiriendo, el enfoque que dan al problema, etc.
Es necesario especificar las variables que se van a evaluar (y que los alumnos las conozcan) detalladamente. De esta manera se evitará la posibilidad de desviarse de lo acordado y evaluar otros aspectos que no se dirigen al logro de los objetivos y al desarrollo de las competencias.
A modo de ejemplo se pueden realizar las siguientes acciones:
- Actas de las reuniones del grupo donde se especifique los objetivos, los logros alcanzados, el reparto de tareas, las tareas pendientes y la eficacia de la reunión para el avance del proyecto.
Al finalizar el proyecto todos los alumnos entregarán un informe de, como máximo, 5 folios de extensión, especificando los siguientes aspectos:
- Defensa del proyecto (justificación, viabilidad, pertinencia,…)
- Aprendizajes logrados (detallar los conocimientos adquiridos).
- Autoevaluación en cuanto a las competencias desarrolladas:
- Análisis y síntesis
- Transferencia de conocimientos y procedimientos a otros contextos
- Pensamiento crítico
- Investigación y manejo de diversas fuentes de información
- Expresión oral y escrita
- Trabajo en equipo
- Responsabilidad individual y grupal
- Planificación y organización
- Toma de decisiones
2. Evaluación del producto:
Los productos, en este caso, son las entregas que han ido haciendo los alumnos a lo largo de la elaboración del proyecto y el proyecto como tal. El docente puede utilizar los criterios que le parezcan más eficaces para valorar la calidad de los productos. Es recomendable que los alumnos también conozcan estos criterios para orientar su aprendizaje. Los criterios de evaluación han de ser claros y coherentes con los objetivos previstos.
En la evaluación de proyectos (y en otras metodologías de características similares) se están utilizando las rúbricas. La rúbrica es una herramienta de puntuaciones en la que se valora la calidad de un producto (proyecto, tarea, etc.) en base a los criterios establecidos, iguales para todos los estudiantes. Dichos criterios se presentan en distintos grados y se completan según sea el producto evaluado. Un ejemplo puede ser:
La fila resaltada en color morado la forman los “niveles de desempeño”. Estos niveles corresponden a la escala que el docente seleccione para evaluar el producto- Otros ejemplos pueden ser: “Muy bien, Bien, Necesita mejorar” o “Bueno, aceptable, mejorable”, etc. Entre tres y cinco niveles se puede evaluar adecuadamente. Si se establecen más niveles resultará más difícil establecer la diferencia entre unos y otros y, por tanto, la evaluación será más compleja y difusa.
La columna que está en naranja la componen los “criterios de evaluación”. Aquellos aspectos que se van a evaluar del trabajo o proyecto presentado. Cuanto más concretos sean, más sencilla y más rápida resultará la tarea evaluativa.
Por último, el espacio coloreado en gris corresponde a los “descriptores”, siendo éstos una descripción y explicación breve de cada uno de los niveles de desempeño con su correspondiente criterio de evaluación.
Con este recurso se pueden corregir, bajo unos criterios establecidos y sobre los que se ha reflexionado, todo tipo de trabajos, proyectos, etc. Crear una rúbrica puede necesitar, en un primer momento, bastante tiempo y dedicación. No obstante, el uso de esta técnica de evaluación es muy utilizada por el ahorro de tiempo que supone.