Contenidos temáticos
- Definición de autoconciencia
- Autoconciencia y las emociones
- Manifestaciones físicas
- Competencias emocionales de la autoconciencia
Desarrollo del tema
1. Definición de autoconciencia
La autoconciencia implica reconocer los propios estados de ánimo, los recursos y las intuiciones. Así como conocer nuestras propias emociones y cómo nos afectan, cuáles son nuestras virtudes y nuestros puntos débiles.
La Inteligencia Emocional comienza con la autoconciencia. El término conciencia se usa para distinguir, entre las funciones mentales, las características que se refieren tanto al llamado ‘estado de conciencia’, o para designar los procesos internos del hombre de los que es posible adquirir conciencia, y es en este último sentido que utilizamos el término autoconciencia.
La conciencia es vigilancia o estado de alerta y coincide con la participación del individuo en los acontecimientos del ambiente que le rodea.

2. Autoconciencia y las emociones
La autoconciencia no es una función tan simple y directa como pudiera parecer a primera vista, y menos respecto a nuestras emociones. Si digo, por ejemplo, que estoy enojado/a, quizá lo esté, pero puede que también esté equivocado/a. Puede que en realidad tenga miedo, esté celoso/a, o que sienta las dos cosas.
¿Cómo hacemos para tener una conciencia exacta de lo que nos está pasando (en el cuerpo) y qué estamos sintiendo (en la mente)?
A esta pregunta responde el principio de la autoconciencia, primer paso de la Inteligencia Emocional, porque ésta sólo se da cuando la información afectiva entra en el sistema perceptivo.
Por ejemplo, para poder controlar nuestra irritabilidad debemos ser conscientes de cuál es el o los agentes desencadenantes, y cuál es el proceso por el que surge tan poderosa emoción; sólo entonces podremos aprender a aplacarla y a utilizarla de forma apropiada. Para evitar el desaliento y motivarnos, debemos ser conscientes de la razón por la que permitimos que ciertos hechos o las afirmaciones negativas sobre nosotros afecten nuestro ánimo.
Para ayudar a otros a ayudarse a sí mismos, debemos ser conscientes de nuestra implicación emocional en la relación.
La clave de la autoconciencia está en SABER SINTONIZAR con la abundante información -nuestros Sensaciones, Sentimientos, Valoraciones, Intenciones y Acciones – de que disponemos sobre nosotros mismos. Esta información nos ayuda a comprender cómo respondemos, nos comportamos, comunicamos y funcionamos en diversas situaciones. Al procesamiento de toda esta información es a lo que llamamos autoconsciencia.
Un alto grado de autoconciencia puede ayudarnos en todas las áreas de la vida, y especialmente en ella enseñanza, el estudio y el aprendizaje.
3. Manifestaciones físicas
Junto con los sentimientos o las emociones aparecen manifestaciones físicas como transpirar, respirar con dificultad, la tensión o la fatiga. Y también hay manifestaciones cognitivas (p. ej: de emociones angustiantes), como una falta de concentración, conducta motriz o física desacelerada, congelación o abarrotamiento y bloqueo de los procesos del pensamiento, tales como el olvido o la confusión.
Una herramienta clave de la autoconciencia es la toma de conciencia del propio cuerpo y de sus señales de excitación.
Tenemos que llegar a ser capaces de describir nuestro cuerpo y nuestra mente con vívido detalle, incluida la respiración, la transpiración, el desasosiego, la falta de concentración, los pensamientos inquietantes, el contenido de esos pensamientos (p.ej: en el caso de miedo o preocupación, los peligros específicos que promueven esos estados anímicos).
Empezar a mirar las manifestaciones exteriores de excitación interior como absolutamente natural y común. Comprender que no matan, y saber positivamente que la conciencia les va quitando el poder a esas señales.
Si una persona tiene poca autoconciencia o conocimiento de sí mismo/a, ignorará sus propias debilidades y carecerá de la seguridad que brinda el tener una evaluación correcta de las propias fuerzas.
Las personas que tienen autoconciencia también pueden ser capaces de energizar a los demás, de comprometerse y confiar en quienes desarrollan una tarea con ellos.
4. Competencias emocionales de la autoconciencia
La conciencia emocional implica en nosotros tener la capacidad de reconocer la manera en que nuestras emociones afectan a nuestras acciones, además de saber utilizar adecuadamente nuestros valores para que nos sirvan de guía en el momento que tomamos de decisiones.
Nuestros sentimientos nos acompañan siempre en nuestras acciones, pero raramente nos damos cuenta de ellos, y solamente nos percatamos cuando se han desbordado. Por ello es necesario hacer esa pequeña pausa para reconocerlos y saber que con ellos podemos afectar a los demás y a nosotros mismos.
Valoración adecuada de uno mismo (correcta autovaloración)
Cuando poseemos esta competencia somos conscientes de nuestros puntos fuertes y debilidades, reflexionamos y somos capaces de aprender de la experiencia; estamos abiertos a nuevos puntos de vista y a la formación continua. Así mismo nos permite reconocer y corregir nuestros fallos.
Confianza en uno mismo (autoconfianza)
La autoconfianza es tener un fuerte sentido de seguridad en la valoración que hacemos sobre nosotros mismos y sobre nuestras capacidades. Con ella podremos afrontar las dificultades que se nos presentan y asumir cualquier papel en nuestra vida.
Las personas que poseen conciencia de sí mismas o autoconciencia tienen innumerables beneficios en diferentes aspectos de su vida ya que:
Si no la poseen:
- Cada fracaso confirma su sensación de incompetencia.
- Tienen sensación de impotencia, inseguridad, indecisión o temor de parecer ineptos.
- Renuncian fácilmente a las propias opiniones.
- Se asustan ante el más mínimo riesgo.
- No saben comunicar las ideas útiles.
- Actúan con arrogancia.
Si las poseen:
- Conocen qué emociones están sintiendo y por qué.
- Comprenden los vínculos entre sus sentimientos, sus pensamientos, sus palabras y sus acciones.
- Conocen el modo en que sus sentimientos influyen sobre su rendimiento y como afectan a los demás.
- Son conscientes de sus puntos fuertes y de sus debilidades.
- Manifiestan confianza en sí mismas y poseen presencia.
- Pueden expresar puntos de vista importantes y defender sin apoyo de nadie lo que consideran correcto.
- Son emprendedores y capaces de asumir decisiones importantes a pesar de la incertidumbre y las presiones.
- Se muestran eficaces.
- Asumen desafíos y dominan nuevas tareas, a pesar de las posibles críticas.
- Tienen el valor de expresarse, de decir lo que realmente opinan, sin afectar a terceras personas.