Luis Lloréns Báez, director del proyecto Herramientas para Desaprender y Aprender.
www.desaprenderyaprender.com
El diccionario de la lengua española nos dice que un pleonasmo es el “empleo en la oración de uno o más vocablos innecesarios para que tenga sentido completo, pero con los cuales se añade expresividad a lo dicho.”[1] Con base en esta definición, la fórmula “desaprender y aprender” podría considerarse un ejemplo de pleonasmo, pero esto sería apenas una primera capa en un tema más profundo e interesante que conviene explorar.

Más allá del aparente exceso retórico, la fórmula “desaprender y aprender” es una manera de poner el acento en las dimensiones creativas, críticas y de temporalidad que forman parte fundamental, o deberían, de cualquier connotación que se asigne al concepto de aprender. La fórmula representa una oportunidad de lograr mayor profundidad en la reflexión sobre el tema, en la medida en que cuestionemos, por ejemplo: cómo nos preparamos, con qué mentalidad, qué hacemos en la práctica, con quién y en qué contexto, para adquirir, revisar y, en ocasiones, descartar o sustituir el conocimiento a lo largo de nuestra vida.
Quizás ya desde este momento pueda verse la conexión entre la mentalidad que nos ayuda a desaprender y aprender, y la capacidad de aprender a aprender a lo largo de la vida; en cierta forma, la primera es el motor que nos lleva a la segunda.
La relación entre desaprender y aprender plantea un diálogo incierto y tenso, entre el esfuerzo de procurar nuevos conocimientos, y el que se requiere para cuestionar el proceso de lograrlos y cuestionar los preexistentes. Este es el punto de mayor diferencia entre dos mentalidades acerca de los procesos de aprender.
Efectivamente, en el contexto institucionalizado de los grandes sistemas educativos de no pocos países, predomina la mentalidad de que el aprendizaje es un proceso lineal de adquisición de nuevos conocimientos, habilidades o competencias. Es decir, se le asume como un proceso esencialmente acumulativo, básicamente organizado en disciplinas, en el que los individuos construyen saberes nuevos adicionándolos a conocimientos existentes.
Desde la perspectiva de una mentalidad alternativa se asume el carácter social, temporal y práctico del conocimiento, por lo que desaprender y aprender es el desafío a la progresión lineal y acumulativa, pero no, como pudiera suponerse, para desechar o sustituir el conocimiento con el que ya se cuenta, sino para enriquecerlo, incorporando a lo que se sabe la complejidad de la interdisciplina, de la práctica y del esfuerzo consciente y crítico, enfocados a revisar creencias y explicaciones previamente sostenidas, que pudieran haberse vuelto obsoletas o ser incorrectas en términos de las realidades a las que se refieren.
En suma, en un mundo que cambia rápidamente debido a los avances tecnológicos y las transformaciones económicas, sociales y culturales, la capacidad de desaprender se vuelve crucial en el avance del conocimiento, en un proceso no lineal y sí, en cambio, complejo y muchas veces errático, de aproximaciones sucesivas.
El reto que enfrenta esta visión es mayúsculo, especialmente porque la propuesta de desaprender y aprender no es una técnica o estrategia, sino más bien una mentalidad en el aprendizaje, que va directamente a lo social y lo cultural, es decir, a costumbres, actitudes e inercias fuertemente arraigadas a través del tiempo.
Imaginemos, como botón de ejemplo, el reto específico de superar los modelos y prácticas escolares predominantes de la evaluación, en los cuales la clave del aprendizaje está en respuestas -y no en preguntas. Esta manera de proceder se orienta casi exclusivamente a verificar el conocimiento que se agregó, pero no a la transformación desde lo que se sabía, o se creía saber. ¿Cómo podemos pedir, o pretender fomentar, una actitud de aprender a aprender, si se soslaya que todo proceso de aprendizaje es un ciclo permanente de transformación y complejización del saber, es decir, un desaprender y aprender?
En el marco de retos y dilemas como estos, la fórmula “desaprender y aprender” y el proyecto de las Herramientas que surge de esa fórmula, es el intento de mantener, en un primer plano, la idea de que el aprendizaje es un diálogo permanente, pero no por ello armónico ni mucho menos definitivo, entre lo poco que sabemos, o creemos saber, y lo mucho que no sabemos. La clave del proyecto de Herramientas, expuesta desde la página de acceso al sitio en internet, está en la visión integral que incorpora seis aspectos clave de cualquier aprendizaje, independientemente del entorno en que se realiza, a saber: pensar, en primer lugar, acompañado de informarse, explicar, emprender, compartir y participar.
De esta manera, no sólo constatamos que a veces los pleonasmos son recursos necesarios, sino, sobre todo, el potencial de un diálogo crítico y creativo entre los dos componentes principales de la fórmula propuesta. En este contexto, la idea central en el proyecto de las Herramientas no es solamente ofrecer recursos de acceso libre y gratuito para ayudar en procesos de aprendizaje, sino, sobre todo, ayudar a construir en nosotros mismos la mentalidad, la necesidad y la capacidad de aprender a aprender, cimentada en el desarrollo combinado de las seis capacidades mencionadas.
[1] Diccionario de la lengua española (2022). Pleonasmo. Recuperado: 19/09/2023 de https://dle.rae.es/pleonasmo.