Bienestar

¿Qué es la homeopatía?

Contenidos temáticos

  1. Introducción
  2. El desarrollo de la homeopatía
  3. Diagnóstico homeopático
  4. Los tres tipos orgánicos según la homeopatía
  5. Principios básicos de la homeopatía
  6. Enfermedades susceptibles de ser tratadas con homeopatía
  7. La eficacia de la homeopatía

Desarrollo del tema

1. Introducción

La homeopatía (del griego ὅμοιος, homoios, ‘similar’ y πάθος, pathos ‘sufrimiento’) es un controvertido sistema de medicina alternativa, que emplea remedios carentes de ingredientes químicamente activos.

La teoría de la homeopatía fue desarrollada por el médico sajón Samuel Hahnemann (1755-1843), y se publicó en 1796.

Tiene una amplia y creciente popularidad en las áreas en las que se practica, pero sus fundamentos empíricos y teóricos no son aceptados por ninguna organización científica o médica importante.

La mayor parte de los científicos, epistemólogos y filósofos de la ciencia, como Mario Bunge, consideran que la homeopatía, al igual que el psicoanálisis o la astrología, es una pseudociencia.

La teoría de la homeopatía sostiene que los mismos síntomas que provoca una sustancia tóxica en una persona sana pueden ser curados por un remedio preparado con la misma sustancia tóxica, siguiendo el principio enunciado como similia similibus curantur (‘lo similar se cura con lo similar’).

El concepto homeopático de enfermedad difiere del de la medicina convencional: se cree que la raíz del mal es espiritual en vez de física, y que el malestar se manifiesta primero con síntomas emocionales (como ansiedad y aversiones), pasando a ser, si no se tratan a tiempo, síntomas mentales, conductuales y por último físicos.

Como resume G. Weissmann, para Hahnemann la enfermedad no es causada por ningún agente físico discreto, sino por la falta de armonía con la “fuerza vital”, así que se preguntaba «¿Ha visto alguien alguna vez la materia de la gota o el veneno de la escrófula?», pero hace más de un siglo que Garrod demostró que el urato monosódico es «la materia de la gota», y Koch que Mycobacterium tuberculosis es «el veneno de la escrófula»; sin embargo para los homeópatas la gota y la tuberculosis siguen teniendo su origen en un desequilibrio del espíritu.

2. El desarrollo de la homeopatía

Doscientos años después de su nacimiento, la homeopatía goza todavía en la actualidad de gran aceptación, aun siendo éste el siglo de la ciencia terapéutica y de su control experimental.

Con sus altos y sus bajos, y habiendo sido objeto de feroces polémicas y entusiastas movimientos a favor, la homeopatía se halla hoy en día particularmente extendida en algunos de los países más desarrollados del mundo. Cuenta con gran aceptación, por ejemplo, en Alemania, Suiza y en los Países Bajos. En Gran Bretaña los tratamientos homeopáticos cuentan con la misma consideración que los oficiales en el marco de la asistencia sanitaria nacional. En Francia la homeopatía es materia de enseñanza en los cursos de especialización de doctorado dirigidos a los médicos y dedicados a la denominada “medicina natural” (la acupuntura, la quiropráctica, la fitoterapia y la homeopatía).

Por cuanto respecta a nuestros países, dicha práctica se halla bastante extendida sobre todo en las grandes ciudades y en las clases sociales medio-altas. Juega a su favor el hecho de que en los últimos años muchos médicos, no sólo de medicina general sino también especialistas, han empezado a practicar la homeopatía junto a la medicina oficial, eligiendo caso por caso y en función de la enfermedad a la que deben enfrentarse si utilizar los métodos del arte médico tradicional o bien los de Hahnemann. Este hecho ha contribuido a eliminar ciertas diferencias y la desconfianza que durante muchísimos años han rodeado a la homeopatía en nuestro país. Más que de “medicina alternativa -subrayan sus defensores- debería hablarse de método complementario al oficial: tanto el uno como el otro pueden ser gestionados por los mismos médicos…”

A escala mundial, los centros homeopáticos más activos son en la actualidad el hospital de Saint Jacques de París, el Flowers Hospital de Nueva York, el Robert llosch Krankenhaus de Stuttgart y los hospitales homeopáticos de Londres y Moscú.

Aunque las bases de la homeopatía siguen siendo las mismas que hace doscientos años, los conocimientos sobre los posibles remedios, los métodos de diagnóstico y las posibilidades de integración con la medicina oficial son objeto de continuas investigaciones y han conducido a nuevas conquistas. De esta forma han surgido en el seno de la medicina homeopática distintas interpretaciones y escuelas que, aun difiriendo en ocasiones entre sí de forma importante, se basan en los mismos principios.

3. Diagnóstico homeopático

Para los homeópatas la enfermedad y los síntomas constituyen una misma entidad. Este es el punto de partida básico para el tratamiento homeopático -sin él la ley de la analogía se vendría abajo- y es la consecuencia lógica de la existencia de la fuerza vital con la que se eliminan de un plumazo los mecanismos causantes de la enfermedad. Es más; para Hahnemann intentar conocer cómo la fuerza vital provoca una enfermedad es una empresa inútil.

Ahora bien, esta postura no puede achacarse al desconocimiento: en tiempos de Hahnemann ya se había establecido la distinción entre síntomas y enfermedad: “Hahnemann es en todo superficial… ¿Qué relación puede haber entre una peritonitis general sobreaguda y cierto grupo de accidentes histéricos, que bajo el punto de vista de los síntomas, considerados en sí mismos y como fenómenos particulares, hecha abstracción de su elemento general, simula bastante bien aquella grave enfermedad? ¿Qué relación hay entre las úlceras mercuriales y las sifilíticas, entre la angina y erupción escarlatinosas y la sequedad faríngea, y las eflorescencias de la piel que en ocasiones produce la belladona…?” (A. Trousseau y H. Pidoux, 1863) ¿Qué hacer en enfermedades que presentan diferentes síntomas?

El diagnóstico homeopático se basa en la ley de la Individualización. Los homeópatas hacen suyo el viejo aforismo de ‘no hay enfermedades sino enfermos’. Pero lo que quieren decir es que los síntomas de una enfermedad son propios de cada persona. No existen cuadros específicos y universales de una enfermedad, sino que los síntomas son únicos en cada enfermo, y por tanto la aplicación del tratamiento es única e intransferible. Esta individualización extrema tiene varias consecuencias:

  • La primera consecuencia es que los síntomas comunes a muchas enfermedades carecen de importancia: “los síntomas generales y vagos, como la falta de apetito, el dolor de cabeza, la languidez, el sueño agitado, el malestar general,… merecen poca atención porque casi todas las enfermedades y medicamentos producen algo análogo” (Organon, nº 153). Así, a un infarto de miocardio que provoque dolor de estómago y sudoración, o a una tuberculosis con fiebre y anorexia no hay que hacerles ni caso. Para realizar un diagnóstico correcto homeopáticamente hay que realizar una lista exhaustiva de la sintomatología pero, debido a la ley de la Individualización, fijándose en aquellos que sean los más sorprendentes, originales, inusitados y personales: en la homeopatía hay que considerar muy especialmente cosas tales como el gusto por la música sacra o el comer cebollas.
  • La segunda consecuencia es que no se puede desarrollar un estudio científico de la enfermedad, no es posible la patología. Si el tratamiento de la enfermedad es exclusivo para cada enfermo no se puede ni clasificar las enfermedades, ni administrar medicamentos universales, ni realizar ensayos clínicos. Entonces, ¿por qué funciona la farmacopea? Es en este punto donde la homeopatía es contradictoria consigo misma. Si el tratamiento es específico para el enfermo, ¿cómo es que hay laboratorios que producen masivos tratamientos homeopáticos? ¿Cómo pueden realizarse experimentos clínicos si, en virtud de la ley de la individualización, es imposible obtener grupos homogéneos de enfermos.

A pesar de ser inconsistentes con sus postulados, los homeópatas dividen las enfermedades en dos grupos: agudas y crónicas.

4. Los tres tipos orgánicos según la homeopatía

Según la medicina homeopática no existen dos enfermedades iguales, así como tampoco existen medicamentos idénticos entre si: por el contrario, todo ha de ser diagnosticado y cada remedio formulado según las características fundamentales del individuo enfermo.

La atención especial brindada a cada individuo es, por tanto, una de las directrices principales de la homeopatía. Ello no obstante, es posible clasificar a las personas en tres grandes tipos orgánicos, cada uno de ellos con una predisposición especial hacia una u otra enfermedad.

El tipo carbónico es el de las personas que tienen un temperamento claro y decidido.
Son incluso pacientes y obstinadas, pero pueden mostrar, tanto física como mental y emocionalmente, cierta rigidez. Desde el punto de vista de la salud, los “carbónicos” se muestran resistentes frente a cualquier trastorno, pero cuando pierden la salud, pueden caer víctimas de cualquier enfermedad.

El tipo fosfórico es alto y delicado y sus gestos son expresivos. Las personas de este tipo generalmente se ven invadidas por repentinos accesos de entusiasmo sufren profundamente por desilusiones también súbitas.desde el punto de vista de la salud, el individuo fosfórico cuenta con una mineralizacion insuficiente y este hecho puede exponerlo a fenómenos infectívos y a trastornos neurofuncionales de distinta naturaleza.

El tipo fluórico es en términos generales inestable de paso y de gestos desordenados. Podría definirse como una persona carente de equilibrio desde el punto de vista físico. Este tipo de individuos tiene también carencias minerales.

5. Principios básicos de la homeopatía

La homeopatía viene del griego omoios, similar, y pathos, afección. Se considera como una de las llamadas medicinas blandas o medicinas alternativas frente a la medicina oficial o alopática, también del griego alo, contrario, y pathos, afección.

La homeopatía busca estimular la curación del organismo por sus propios medios, no tiene capacidad de causar efectos secundarios y se basa en tres principios fundamentales: ley de la similitud, ley de la medicina única y ley de la dosis mínimas.

Ley de la similitud: un producto homeopático tiene que producir en una persona sana los mismos síntomas que ocasiona la enfermedad que debe tratar.

Para un homeópata la cebolla sirve para tratar los estornudos y el lagrimeo y la cafeína para evitar el insomnio.

Ley del medicamento único: los homeópatas clásicos utilizan un solo medicamento y raras veces más, aunque un solo preparado puede ser un producto compuesto.

Ley de dosis mínimas: el principio activo es diluido numerosas veces hasta llegar a concentraciones muy pequeñas pero efectivas.

El número de disoluciones efectuadas determina la potencia de la disolución en decimales o centesimales hanemanianos (DH). Los preparados homeopáticos se obtienen de vegetales, animales, y muchas veces se utilizan minerales.

6. Enfermedades susceptibles de ser tratadas con homeopatía

La homeopatía es una herramienta terapéutica útil y eficaz en el tratamiento de todas las enfermedades, tanto agudas como crónicas: unas veces podrá alcanzarse la curación, otras ayudará a conseguir una mejoría importante y otras aliviará.

Frecuentemente es el tratamiento de elección, especialmente en el embarazo, el bebé, el niño, en los pacientes polimedicados, así como en los ancianos.

Puede utilizarse de forma preventiva cuando existen factores de riesgo familiares y/o personales a padecer determinados tipos de enfermedades que se repiten con frecuencia.

Las enfermedades por las que se acude más asiduamente a la consulta del médico homeópata son:

  • Cefaleas, migrañas.
  • Afecciones respiratorias de origen bacteriano, vírico o alérgico.
  • Afecciones del aparato digestivo: aftas, gastritis, úlceras, colitis ulcerosa, diarreas, estreñimiento, etc.
  • Trastornos cardiocirculatorios: Hipertensión arterial, varices, úlceras, hemorroides, síndrome de Raynaud.
  • Enfermedades reumáticas.
  • Trastornos ginecológicos: dismenorreas, síndrome premenstrual, alteraciones del ciclo menstrual, menopausia.
  • Cistitis tanto agudas como de repetición. Problemas prostáticos, problemas urológicos.
  • Alteraciones dermatológicas: eczemas, urticarias, alergias solares, acné, forúnculos de repetición, herpes simple y zoster, psoriasis, verrugas.
  • Problemas oftalmológicos.
  • Ansiedad, angustia, estrés, depresión, insomnio.
  • Cansancio, anemia, falta de energía.

Límites

Hay unos límites para el tratamiento homeopático y son los siguientes:

  • Enfermedades genéticas.
  • Enfermedades carenciales (si hay falta de vitaminas o minerales, habrá que administrarlos).
  • Procesos neoplásicos.
  • Procesos quirúrgicos.

Si bien en estas patologías no se puede asegurar una curación, sí puede ser paliativa y coadyuvante, ayudando considerablemente al organismo a reaccionar y responder mejor a la terapéutica clásica.

7. La eficacia de la homeopatía

El tema es arduo, hay numerosos pacientes que se sienten satisfechos, que han mejorado o que han curado con el tratamiento homeopático.

Este es un hecho innegable, si bien hay que señalar que no hay estudios científicos serios sobre qué porcentajes de pacientes, de los que han llevado tratamiento homeopático, han sanado. La mayoría de los estudios científicos que ha tratado de aclarar el porqué del poder curativo de la homeopatía sólo lo han atribuido al efecto placebo, es decir, a la curación por sugestión, por fe en lo que se está tomando. Para que se certifique la verdadera eficacia de un medicamento sus efectos tienen que ser muy superiores a los que se obtienen de media con un placebo. Pero según sus defensores la teoría del efecto placebo no se sostiene, pues afirman la homeopatía funciona en niños, incluso en los muy pequeños y del todo ajenos a los placebos. Algo similar ocurre con los animales: mediante tratamientos homeopáticos aplicados en ellos han mejorado y curado algunas enfermedades.

Hay que tener en cuenta, asimismo, el fenómeno denominado “curación espontánea” que se da en algunos procesos que desaparecen en un par de meses. El paciente acude al homeópata cuando lleva ya tiempo con la afección, que se cura con o sin intervención de éste, pero coincide con su intervención en su final natural.

Hoy por hoy no hay explicación científica para la homeopatía ni estudios epidemiológicos que demuestren su eficacia, aunque tampoco se ha demostrado lo contrario. Lo que sí hay es miles de pacientes que dicen haber mejorado e incluso curado con ella, por lo que el número de usuarios de homeopatía aumenta sin cesar.

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