Ética y valores

Los conflictos de la práctica médica y la bioética

Ética y desarrollo tecnológico en la práctica médica

La Bioética surgió como un ejercicio de reflexión sobre los problemas que diariamente se viven por la interacción de las tecnologías y los seres humanos, como miembros de una sociedad y como parte de un ecosistema. Esta práctica es interdisciplinaria, pues se desarrolla en comités con miembros de diferentes disciplinas como abogados, juristas, médicos, investigadores de diversas ciencias y filósofos. En el siguiente gráfico se ilustran los tres tipos de problemas que aborda la bioética.

Los conflictos de la práctica médica se circunscriben a la relación médico-paciente y ciertos tratamientos como el trasplante de órganos, interrupción del embarazo, muerte asistida y otros que abordaremos más adelante.

Las situaciones que pueden generar dilemas morales en la investigación biomédica son diversas, pero todas tienen que ver con las situaciones experimentales. Una de las más comunes es cuando el paciente es un sujeto experimental, esto es, que recibirá un tratamiento del que todavía no se conoce bien qué tanto funcionará y es necesario probarlo con personas. Pueden ser tratamientos farmacológicos o incluso cirugías. Pero ¿hay algún problema?

¿Recuerdas que en el bloque anterior reflexionaste sobre la condición humana inherente a la ciencia? Se concluyó que cualquier científico por ser persona tiene valores, creencias e ideas que salen del ámbito científico y que pueden afectar tanto para bien como para mal su práctica médica. Por esta razón, en el caso de la medicina, las diferentes asociaciones de investigación biomédica han propuesto reglas para llevar una investigación con humanos y animales.

La investigación con animales es necesaria porque es la única manera de probar medicamentos u otros tratamientos cuando no se sabe que tan riesgosos son o que tan eficaces pueden ser.

La primera etapa de cualquier investigación biomédica normalmente se desarrolla con animales de laboratorio. Se les llama así, porque son criados dentro de los laboratorios con la finalidad de hacer experimentos con ellos. La investigación con humanos es necesaria porque sólo así se puede constatar la eficacia de un medicamento o algún otro tratamiento.

Si bien queda claro que para desarrollar mejores tratamientos médicos hay que experimentar con animales y personas ¿te imaginas algunas situaciones problemáticas? Por ejemplo, pensemos el problema que representan los tumores malignos. De acuerdo a datos del INEGI (2005) es una enfermedad que genera un gran índice de muerte en México, y es una de las tres principales causas de fallecimientos en la población de todas las edades (http://cuentame.inegi.org.mx/default.aspx).

Para poner a prueba la eficiencia de un tratamiento es necesario ofrecerlo a varios pacientes con este padecimiento. Aunque normalmente los científicos biomédicos tienen hipótesis al respecto, no experimentan al azar, aún cuando no se sabe que tan bien funcionará o qué efectos secundarios podría generar. El paciente tiene que decidir si acepta o no el tratamiento con base en la información que le dan los médicos, pero también intervienen las expectativas que tenga sobre el mismo, sus creencias y algunos otros elementos más emotivos que racionales.

Ahora plantéate lo siguiente ¿es correcto aceptar que un paciente pruebe un tratamiento experimental si su decisión está basada en sus emociones o creencias más que en la información médica sobre la probabilidad de éxito del mismo?

O bien, imagínate que algún médico investigador siente mucha seguridad en que funcionará su tratamiento, que considera que la evidencia experimental con animales y las teorías biomédicas le dan mucha fuerza a su hipótesis. ¿Es posible que el optimismo del médico ponga en un riesgo no contemplado a un paciente? Nota que se puede dar la misma situación con médicos que no sean investigadores, y que solo se dedican a dar consultas.

La respuesta a estas preguntas dependerá de qué se entienda por “lo correcto” o por “bienestar”. Por ejemplo, si por lo correcto entendemos lo que genere el mayor beneficio colectivo parece sencillo aceptar que un paciente participe en un tratamiento experimental aunque su decisión esté basada en una fe o la esperanza no razonada y lo mismo para el médico optimista.

Sin embargo, el panorama cambia si pensamos que una decisión ética es aquella que busca el bien o lo bueno y por ello entendemos, como Aristóteles, que es la búsqueda de una vida equilibrada utilizando la razón para tomar decisiones. Bajo esta idea las decisiones tomadas con “corazonadas” o basadas únicamente en la fe o la esperanza no son las más adecuadas.

Por considerar muy complicado o limitadas estas nociones sobre lo correcto, lo bueno, o lo benéfico, en la década de los setenta empezaron a surgir autores no filósofos que discutían la relación entre la biología y la ética. Yolanda Angulo cuenta que en 1971 se publicó un libro titulado “Bioética: puente hacia el futuro” de Van Rensselaer Potter, un bioquímico y profesor de oncología, la rama de la medicina que estudia y trata el cáncer. En su libro propuso la creación de una nueva disciplina que integrara a la biología, la ecología, la ética y el humanismo, para discutir la manera en que los seres humanos deberían lidiar con los problemas que conlleva el progreso tecnológico.

Otros autores como James F. Childress y Tom L. Beaucham, se inclinaron más hacia los problemas de la ética médica, y en 1979 publicaron el libro “Principios de ética biomédica” donde propusieron cuatro principios para tomar decisiones que procuren acciones éticas en la interacción entre médicos y pacientes. Los principios son: autonomía, beneficencia, no maleficencia y justicia.

Ahora reflexionemos sobre lo que implica cada uno de los principios. El principio de autonomía refiere al respeto que se debe tener a las personas en tanto que son capaces de tomar decisiones considerando pros y contras de las mismas. Ya vimos que tomar una decisión implica estar informado, por lo tanto, un paciente será autónomo en la medida que tenga suficiente información sobre los tratamientos que se le ofrecen y sus consecuencias. Nota que cualquiera que sea el caso hay al menos dos personas involucradas, un médico y un paciente.

Problemas éticos de los avances médicos e implicaciones en la práctica médica

Los problemas de la bioética se conocen como de “frontera” porque circundan en los límites de la vida y la muerte. Como ya hemos visto son situaciones muy difíciles y controversiales, en las que no es fácil tomar una decisión o tener un solo punto de vista. La razón de ello es que involucran diferentes valores con orígenes distintos, es decir, de diferentes culturas, costumbres, tradiciones e incluso diferentes puntos de vista científicos. A continuación vamos a analizar algunos de los que más generan controversia.

Eutanasia

Es muy probable que te hayas enterado o vivido de primera mano una situación en la que una persona esté muy grave, donde los médicos afirman que se trata de una enfermedad incurable y que el estado del paciente es grave. Posiblemente conozcas algún caso donde el padecimiento de una persona provoca dolores y no existe manera de reducirlos, que ya probó todas las opciones que se le ofrecen y además que ya toma los medicamentos más potentes.

En una situación como ésta se genera un dilema: permitir que la enfermedad acabe con la vida de una persona sin más intervención que la que ya se hizo o reducir el tiempo de espera de manera deliberada.

La palabra eutanasia significa buena muerte. El término se utiliza para referir la situación en la que se provoca la muerte de una persona evitando con ello la prolongación de un sufrimiento extremo y el paciente ya no quiere padecer. También abarca la circunstancia en la que un paciente se encuentra en estado vegetativo, es decir, que ya no tiene autoconciencia y por ende no es autónomo.

En el siguiente esquema se ilustran los tres tipos de eutanasia: pasiva, activa e involuntaria.

La eutanasia pasiva se lleva a cabo con el consentimiento del paciente en caso de que sea autónomo y con el de los familiares si no lo es. La eutanasia activa también se conoce como suicidio asistido, pues el suministro del fármaco que terminará con la vida del paciente se efectúa por decisión del enfermo. Cuando el suministro no pasa por la decisión del paciente entonces hablamos de eutanasia involuntaria.

Cabe mencionar que en la mayoría de los países la eutanasia no está legalizada. En 1976 se legalizó en el estado de California, en Estados Unidos de Norteamérica. Actualmente la eutanasia y el suicidio asistido son legales en Holanda, Bélgica y Luxemburgo. En España y Suiza, únicamente el suicidio asistido. En los estados de Óregon, Montana y Washington, en Estados Unidos de Norteamérica ambos procedimientos son legales, pero no el resto de este país.

En la gran mayoría de los países, incluido México, no existe legislación para ninguno de los tres tipos de eutanasia. De acuerdo con Lizbeth Sagols, Jorge Linares y María Teresa De la Garza, sólo en el Distrito Federal existe un recurso legal llamado carta de “voluntad anticipada”, que conlleva un tipo de eutanasia pasiva.

Si en México no es legal la eutanasia entonces ¿por qué vale la pena discutirla?

  1. A muchas personas les parece una buena opción.
  2. A muchas otras les parece que es un procedimiento inmoral.

Datos de la Encuesta General Social 2008 de Parametría y el Colegio de México muestran que 6 de cada 10 mexicanos está a favor de que un médico tenga facultad legal para terminar con la vida de una persona que sufre alguna enfermedad incurable o en etapa terminal, si el paciente o la familia están de acuerdo.

La discusión es necesaria porque la opinión pública está polarizada y es un tema relevante, pues su aceptación o rechazo como prácticas sociales, de alguna manera trastocan la esencia misma de las sociedades que la aceptan o la castigan. Esto es, las posibilidades que abre la tecnología médica respecto a la vida o la muerte, cambian las nociones mismas de vida y muerte. Por ejemplo, hace 80 años no se discutía si una persona que quedaba en estado vegetativo por algún accidente debía tener consideraciones especiales respecto a su estado. Sencillamente se le concebía como una persona viva aunque enferma.

Actualmente, una persona en semejante condición, representa un tema controversial, hay sectores de la sociedad que conciben ese estado como existencia biológica, pero no humana. Es decir, su cuerpo sigue siendo una estructura biológica, un organismo vivo, el problema es que ya no tiene autoconciencia, no puede tomar decisiones por sí mismo ni puede interactuar con los demás.

Para el grupo poblacional que se inclina por este punto de vista, legalizar la eutanasia representa una oportunidad para evitar sufrimiento innecesario, ya cuando se sabe que los tratamientos médicos sólo están prolongando un periodo que necesariamente terminará en la muerte del paciente.

Por un lado tenemos esta postura, por otro tenemos también un sector de la población que considera que la muerte debe llegar de manera natural, sin intervención humana, incluso en los casos que estamos discutiendo. Esta visión de la vida es igualmente respetable que la otra. Para ejercitar tu capacidad de escuchar personas que piensan diferente de ti e intercambiar puntos de vista diferentes sobre un mismo tema realiza la siguiente actividad.

Principios éticos de la donación de órganos

¿Consideras que los deseos que expresó una persona y que ahora ha fallecido deben de respetarse?, por ejemplo, que sus pertenencias sean repartidas a un albergue o que se entreguen a su mejor amigo. ¿Los familiares tienen derecho a reclamar esos bienes o a impedir que esos objetos sean extraídos de la casa del propietario? Como verás no es sencillo responder a estas preguntas, es más, ni siquiera podemos esperar que haya posturas mejores que otras, mucho menos definitivas.

Las emociones, sentimientos y convicciones de todos nosotros se involucran en estas situaciones. Pensemos, por ejemplo, que los familiares que quisieron mucho a la persona fallecida sienten mucho apego a las pertenencias de éste. Se puede tener la sensación de tratar su espacio con respeto y cariño, se puede llegar a sentir que si uno reparte sus pertenencias se está cometiendo un tipo de profanación, incluso si la persona en cuestión expresó que su deseo era que sus pertenencias se repartieran.

Las personas podemos dar muchas razones para cumplir o no los deseos de una persona que ha fallecido. Si éstas situaciones y conflictos morales suceden con objetos, pensemos ahora qué ocurre cuando hablamos de sus órganos, de sus partes del cuerpo.

Reflexiona cómo es que se contraponen ideas, creencias y convicciones sobre lo que significa el respeto a otros, el ser humano y la vida misma. Por ejemplo, imagina una situación en la que un familiar tuyo ha fallecido. Tus principios te impelan a que respetes la integridad de su cuerpo, ahora sin vida. Sin embargo, también estás convencido de que siempre que sea posible hay que salvar una vida humana.

Y se presenta la situación donde la decisión de utilizar algún órgano funcional del cuerpo de tu tío es la única solución para salvar la vida de otra persona. Sabemos que un paciente en el hospital salvaría su vida si recibe un hígado y tu familiar tenía este órgano sano. Surge entonces un dilema moral: ¿permites o no que le extraigan el hígado a tu familiar?, ¿qué valor se supedita al otro; el respeto a la integridad de nuestros difuntos o salvar una vida?

En un principio puede parecer simple: salvemos una vida. No obstante, nuestra postura ante la muerte, nuestra concepción de ella, está estrechamente relacionada con nuestro sentir de la vida. Por lo tanto, no es extraño que se hayan generado grandes controversias alrededor de este asunto.

Para introducirnos a las reflexiones y propuestas que la sociedad ha ofrecido al respecto, tengamos en cuenta que todos tenemos diferentes posturas ante situaciones semejantes o iguales. Recordemos también que encontramos coincidencias. Es a partir de éstas que podemos construir acuerdos para afrontar los problemas que afectan a todos nosotros.

Fermín García Marcos, comenta que el principal problema en la donación y trasplante de órganos es cómo certificar adecuadamente la muerte del donador.

Hasta la década del 50 la muerte se definía médicamente mediante el paro cardiorrespiratorio. Sin embargo, los desarrollos tecnológicos permitieron mantener signos vitales en pacientes en estado vegetativo. Esto es, la oxigenación pulmonar, el latido cardíaco y la presión arterial, de tal modo que se tuvo que replantear la manera de diagnosticar la muerte. De acuerdo con el autor, en 1981, la Comisión Presidencial para el Estudio de los Problemas Éticos en Medicina, de los Estados Unidos de Norteamérica, discutieron y llegaron al siguiente consenso:
“Está muerto un ser humano al que ha sobrevenido, bien una interrupción irreversible de las funciones respiratorias y circulatorias, bien una interrupción irreversible de las funciones cerebrales, incluyendo las del tronco cerebral”. (Martínez y Martínez, 1994). De esta forma se llegó a la idea de que la muerte se puede determinar por criterios estrictamente neurológicos.

Esta posibilidad aclara una situación que generaba problemas legales: aunque exista “vida aparente”, debido a la aplicación de métodos y tratamientos extraordinarios, hay “muerte real” si no hay controversial sobre las funciones cerebrales.

Otro de los problemas en este tema es la disponibilidad del cadáver. ¿La persona de la que se van a extraer los órganos estaba de acuerdo en esta práctica antes de morir? ¿Tomó la decisión de manera autónoma? En algunos países como Argentina o España, si una persona no declaró formalmente que cuando muriera no le fueran extraídos los órganos, automáticamente se convierte en donador. Pero en estos casos, ¿qué hay del respeto a las creencias de las personas que para ese momento son cadáveres? Esto es, si el familiar que se ha comentado, creía que sus restos corporales deberían ser sepultados tal como quedó su cadáver para cumplir con su culto, ¿es ético, por el bien común de los enfermos, no respetar las creencias del difunto para salvar otras vidas?

Para pensar bajo qué condiciones se puede considerar moralmente correcto extraer órganos para trasplantarlos, revisaremos los Principios Rectores de la Organización Mundial de la Salud, tomados del Documento de Aguascalientes. Este documento fue el resultado del Primer Foro Latinoamericano de Bioética en Trasplante, realizado en la ciudad de Aguascalientes, en el año 2010.

Principio 1

Los órganos de personas fallecidas pueden ser retirados con el propósito de trasplante si:

a) Se obtiene cualquier consentimiento requerido por la ley; y
b) No hay ninguna razón para creer que la persona fallecida se opuso a tal retiro, en la ausencia de cualquier consentimiento formal expresado durante toda la vida de la persona.

Principio 2

Los médicos que determinan que se ha producido la muerte de un donador potencial no deben estar directamente implicados en el retiro de órganos de los donadores y los procedimientos de trasplante subsecuente, o ser responsables del cuidado de los destinatarios potenciales de esos órganos.

Recuerda que hemos mencionado a lo largo de este texto que la ética consiste en razonar los principios que aceptamos como morales. Es decir, en explicar por qué consideramos una regla de comportamiento como correcta o incorrecta. Hemos expuesto también, que este ejercicio racional sirve para tomar decisiones éticas. Para lograrlo revisaremos los principios del Foro Latinoamericano.

Fíjate cómo es que los principios están expresados como oraciones condicionales o imperativas. El caso del principio 1 es una oración condicional porque establece qué se debe cumplir para que tenga ocurrencia una situación o circunstancia. Es decir, expone que para retirar los órganos de una persona fallecida se deben primero cumplir dos condiciones, la (a) y la (b).

El principio 2 se expresa en una oración imperativa, esto es, expresa un deber, una orden, un mandato o una regla. Los principios sirven para tomar decisiones, así que aprenderás a dibujar un diagrama de decisiones. Estos diagramas representan las acciones a seguir dependiendo de las condiciones que se cumplan o no. Tomemos el principio 1 para ejemplificar.

Diagrama de decisiones del Principio ético no.1 para la donación de órganos. Problema: se necesita extraer un órgano para trasplantarlo a un paciente.

Principio 3

Los órganos para el trasplante deben tomarse preferentemente de personas fallecidas. Sin embargo, personas adultas vivas pueden donar órganos, pero en general esos donadores deben estar genéticamente relacionados a los receptores. Puede haber excepciones en el caso de trasplante de médula ósea y otros tejidos con capacidad de regeneración aceptable.
Un órgano puede tomarse de un donador adulto con el fin de trasplante, si éste d su libre consentimiento. El donador debe estar libre de cualquier influencia o presión indebida, y suficientemente informado para poder comprender y sopesar los riesgos, beneficios y consecuencias del consentimiento.

Principio 4

Ningún órgano deb e extraerse del cuerpo de un menor en vida con el fin de trasplante. Puede haber excepciones en la legislación nacional en el caso de tejidos con capacidad de regeneración.

Principio 5

El cuerpo humano y sus partes no pueden ser objeto de transacciones comerciales. Por consiguiente, dar o recibir el pago (incluyendo cualquier otra compensación o recompensa) de órganos debe prohibirse.

Continuaremos revisando los principios para donar y trasplantar órganos de manera ética. Pero ahora aprovecharemos para ejercitar la habilidad de síntesis. Sintetizar es lo contrario a analizar. Consiste en reunir diferentes elementos para conformar una cosa, en este caso, los principios. Para hacer este ejercicio hay que revisar los diagramas de decisión y a partir de las condiciones, sus consecuencias y la pregunta reconstruir el principio para expresarlo en forma de enunciados.

Diagrama de decisión que conlleve al principio 6.

Problema: antes de hacer un trasplante es necesario asegurarse que el órgano a trasplantar no se haya obtenido como consecuencia de una transacción comercial.

Para hacer la síntesis del diagrama busquemos aquello que necesitamos. Esto es, el fin es trasplantar un órgano. Ubicamos entonces la casilla en donde se afirma que se puede proceder. Luego rastreamos las condiciones que se cumplieron para llegar a ella.

En este caso, revisando el diagrama de abajo hacia arriba, primero se cumplió con el requisito de que el donador no estaba publicitando que donaba un órgano a cambio de dinero. Después encontramos que también se cumplió con la condición de que el paciente que necesita el trasplante no estaba publicitando su necesidad y ofreciendo dinero a la persona que le donara un órgano.

De este modo, tenemos que se tienen que cumplir dos condiciones para asegurarse que el órgano a trasplantar no se haya obtenido como consecuencia de una transacción comercial: que ni el paciente ni el donador pidan y ofrezcan dinero a cambio. Así, podemos afirmar que para evitar la transacción comercial se debe prohibir que pacientes y donadores ofrezcan o pidan dinero por un órgano.

El principio 6, tal como lo enuncia la Organización Mundial de la Salud en sus principios rectores para el trasplante de órganos es el siguiente:

Principio 6

Debe prohibirse el publicitar la necesidad o la disponibilidad de órganos, con el fin de ofrecer o buscar pago por ellos. De este modo, mediante un ejercicio de síntesis del diagrama de decisión, construimos el principio del que se desprende dicho diagrama.

Diagrama del principio 7

Problema: antes de hacer un trasplante es necesario asegurarse que el órgano a trasplantar no se haya obtenido como consecuencia de una transacción comercial (nota que el problema que aborda es el mismo que el del principio 6).

Diagrama del principio 8

Diagrama del principio 9

Problema: es necesario evitar que el personal involucrado en el servicio médico de trasplante de órganos reciba cuotas excesivas, que no se justifiquen por los servicios que prestan.

La despenalización y legalización de todas las formas de interrupción del embarazo es un tema controversial prácticamente en todas las sociedades. Este escenario es comprensible porque el fenómeno de la reproducción humana está cargado de valores. Y no sólo de una jerarquía específica, sino que todos los grupos humanos, en su diversidad amplia, tienen alguna postura al respecto.

Para entender el problema es importante tener presente este último punto. Existen muchos grupos sociales con diferentes sistemas de creencias y valores dentro de nuestra gran sociedad mexicana. De acuerdo con el documento del INEGI, Panorama de las religiones en México 2010 existen al menos 13 grupos poblacionales diferentes:

  • Población católica
  • Población protestante histórica
  • Población pentecostal
  • Población evangélica
  • Población adventista del séptimo día
  • Población mormona
  • Testigos de Jehová
  • Población judaica
  • Población budista
  • Población islámica
  • Población nativista
  • Población espiritualista
  • Población sin religión

Ahora piensa, ¿cómo tienen que ser las leyes para que ninguno de estos grupos sienta que se vulneran sus derechos?

Interrupción del embarazo o aborto

Antes de exponer algunas de las diferentes argumentaciones que se han elaborado en favor y en contra de la despenalización o legalización de la interrupción del embarazo revisa el siguiente cuadro que muestra la clasificación de los tipos de aborto.

Lizbeth Sagols, Jorge Linares y María Teresa De la Garza señalan que el aborto inducido es controversial porque no sólo se refiere al principio de vida, sino también al posible fin de la misma. Además aclaran que la interrupción intencional del embarazo nunca se ha propuesto como un método anticonceptivo ni como la primera opción para enfrentar un embarazo no deseado.
Para pensar con claridad el problema hay que tener presente que en realidad ninguna mujer aborta por gusto, siempre representa una decisión difícil, la mayoría de las veces son situaciones extremas. Para hacer un análisis ético al respecto no hay que minimizar el proceso conflictivo de decisión que conlleva el aborto. De hecho no hay que minimizar ninguna de las posturas que existen al respecto.

Esto nos lleva a retomar la pregunta ¿cómo tienen que ser las leyes para que ningún sector de la población sienta que se atropellan sus derechos?

En nuestro país la pregunta es sumamente importante porque México es un Estado laico, es una república democrática en donde existe una pluralidad cultural que comparte los mismos derechos independientemente de sus diferencias.

Un principio básico para la sana convivencia es que ninguna creencia de algún sector en particular puede pasar por encima de los derechos de otros sectores. Por ejemplo, tenemos libertad de culto, es decir, que somos libres de profesar cualquier religión que nos convenza. Es más, en nuestro país tenemos la libertad de fundar una sociedad u organización religiosa aunque existan muy pocos seguidores de ella.

Sin embargo, si las prácticas de algún culto religioso implican agredir a una persona o a un tipo de personas, entonces éste será prohibido a pesar de que tengamos libertad de culto. Es muy sencillo, dicha libertad no puede estar por encima del derecho a la seguridad de algún sector de la población.

Entonces, ¿cuál es el problema con el aborto?

El conflicto y sus principales argumentos

Aprovechemos el tema para aprender sobre argumentación. Argumentar consiste en explicar nuestras afirmaciones. Tiene sentido hacerlo en situaciones en las que existe más de un punto de vista y se tienen que tomar decisiones. Por ejemplo, si sostenemos que se debe legalizar todo tipo de eutanasia o que no es lo más adecuado permitir que se siembre maíz transgénico en nuestro país -tema que revisaremos más adelante-, la argumentación consisten en explicar por qué creemos eso, por qué tenemos esa postura.

Dos características de una discusión razonada son la definición de una postura, la
réplica a esa postura y la posible refutación de la réplica.

La antropóloga Diniz (2008), sintetiza la discusión sobre el aborto de la siguiente manera. Algunos sectores de la población sostienen una postura a favor del aborto porque piensan que su legalización es la expresión de un derecho reproductivo basado en el derecho a la salud y en la autonomía de la voluntad. Consideran que es una manera de garantizar que mujeres en edad reproductiva no sufran y arriesguen sus vidas en un aborto.

Otros sectores de la población, replican ante este argumento, que el aborto es un atentado a la vida humana, pues el feto es un humano en potencia, y por eso lo consideran una violación del principio constitucional del derecho a la vida. Varios sectores de la población, que profesan con todo derecho y libertad alguna religión, conciben a la fecundación como el fenómeno en donde se manifiesta el origen de una vida humana.

De este modo, parece que el tema genera un choque entre dos principios constitucionales: la libertad de pensamiento y el derecho a la vida. Si el dilema toma esta forma no sería difícil argumentar que ejercer la libertad de pensamiento no podría estar por encima del derecho a la vida.

Sin embargo, la autora ofrece una refutación a la réplica de los sectores que están en contra del aborto por su concepción de vida. Sostiene que no es necesario responder a la pregunta sobre cuándo inicia la vida humana para reconocer el derecho al aborto como una expresión legítima del pluralismo sociológico y ético de nuestras sociedades. Considera que prohibir el aborto basándose en la idea de que es un crimen contra la vida humana en una fase celular, de alguna manera es imponer una perspectiva religiosa a aquellos que no la comparten.

Diniz (2008) explica que en términos biológicos es innegable que hay vida humana en un embrión, aunque evidentemente no se trate de un adulto. En otras palabras, señala que si bien es válida para muchos sectores de la población la idea de que la fecundación es un milagro de creación de vida humana, no significa que deba ser el punto de partida para un debate sobre el aborto desde un estado laico, plural y democrático.

La autora puntualiza que los argumentos pro aborto esgrimidos desde los derechos de las mujeres en su ámbito privado:

a) No obligan a abortar a quien no quiere hacerlo
b) Respetan la autonomía de las mujeres

La despenalización y legalización del aborto propuestas desde el respeto a la autonomía de las mujeres, reconociéndolas como sujetos de derecho, no violenta los derechos de las comunidades a adoptar los sistemas de creencias que prefieran, pues no obliga a nadie a cometer un acto con el que no está de acuerdo.

Finalmente, para tener más claridad sobre los elementos de una argumentación y sus características revisa el siguiente recuento simplificado de la discusión. Considera que es sólo un bosquejo. Tienes que leer muy bien la exposición de los argumentos de las páginas anteriores para que esta síntesis tenga sentido.

Argumento pro aborto: …es un derecho que atiende una situación de salud pública y se basa en el respeto a la autonomía de las mujeres.

Hay que tener claro, que la réplica y la refutación también son argumentos. La diferencia está en el momento o ubicación que tengan en una discusión. Cualquier debate o discusión inicia al definir una postura, como estar a favor o en contra de la legalización del aborto. Una réplica es un argumento que da alguien opuesto a la postura inicial.

En este caso, la postura contra la legalización del aborto, también se conoce como contraargumento. La refutación es una réplica a un contraargumento.

Existen muchos elementos con los que se puede evaluar un argumento. Conviene conocer algunos de ellos para que vayas desarrollando tu habilidad de pensamiento crítico y tu capacidad argumentativa. Revisaremos tres conceptos: consistencia, coherencia y congruencia.

La consistencia es hablar sobre un mismo tema. Cuando argumentamos debemos procurar “no salirnos del tema”, es decir, ser consistentes. El concepto de coherencia refiere a que existe una secuencia lógica en las ideas, un hilo conductor en el discurso. La congruencia consiste en no caer en contrariedades o contradicciones cuando defendemos o refutamos una postura.

Manipulación genética y efectos en la biodiversidad

Un descubrimiento, un hecho y varios dilemas

El siguiente tema tiene que ver básicamente con una posible solución tecnocientífica a un problema mundial urgente de solucionar: la producción de alimentos.

En 1798 Thomas Malthus, publicó de manera anónima un libro llamado Ensayo sobre el principio de la población. El descubrimiento que sigue vigente es que la población crece de manera aritmética, mientras que la producción de alimentos tiene un crecimiento geométrico. Esto quiere decir que la cantidad de alimento no será suficiente si la relación entre producción alimenticia y crecimiento poblacional no cambia.

En otro momento y contexto, ciento setenta y tres años después, en 1971, en un laboratorio de Standford, California (EE.UU) descubrieron que es posible cortar y cambiar la cadena de ADN. Esto significó que ya era posible extraer genes de un organismo e insertarlos en otro para cambiar sus características. Los intercambios pueden darse entre las características individuales de una especie, o entre diferentes especies. Piensa la relación que existe entre el descubrimiento de Malthus y el del laboratorio de Standford.

Desde luego, han pasado muchos años desde el primero y los diferentes gobiernos han tomado medidas para controlar el crecimiento poblacional. También, gobiernos, empresas y universidades han desarrollado diferentes maneras de aumentar la producción de alimentos. Es precisamente en este rubro que se hizo muy importante el tema de la manipulación genética. En particular nos centraremos en la transformación de la cadena natural de ADN de organismos comestibles, que forman parte de la dieta de los seres humanos, para generar organismos transgénicos comestibles.

¿Si la manipulación genética de alimentos puede ayudar y tal vez solucionar el problema que descubrió Malthus, por qué genera controversia?

El autor Jorge Enrique Linares comenta que los conflictos de valores y controversias que surgen alrededor de la producción de alimentos que implican uso de tecnología en el ADN residen en los daños a la salud y repercusiones ambientales que esto pueda causar.

Anteriormente se revisaron los cuatro principios para le ética médica propuestos por Childress y Beaucham. Quedó claro que estos autores no abarcaron los problemas ecológicos. Sin embargo, el filósofo alemán Hans Jonas escribió un libro llamado El principio de la responsabilidad en 1979. En el siguiente esquema se representa la propuesta del autor, que en realidad propone dos principios: precaución y responsabilidad.

Lizbeth Sagols, Jorge Linares y María Teresa De la Garza, comentan que el principio de precaución ha llevado a las comunidades científicas y a la clase política a establecer plazos para conocer las consecuencias que se podrían generar en el caso de utilizar alguna biotecnología en particular, tanto en los seres humanos como en la ecología. Jorge Enrique Linares, agrega que seguir este principio ha logrado ya un consenso en la nueva legislación de la Unión Europea sobre la trazabilidad, identificación y etiquetado de alimentos que contienen transgénicos, pues es justo que las personas sepan que se ofrece en el mercado y decidan si consumen o no este tipo de alimentos.

Puesto que el principio de prudencia implica conocer mejor las consecuencias de las acciones, incluidas las investigaciones, Linares considera que también conlleva una distribución adecuada de las responsabilidades y obligaciones. Con ello quiere decir que las empresas, gobiernos o centros de investigación que producen transgénicos tienen el deber moral de llevar a cabo las pruebas que sean necesarias y asumir el costo. Este principio sencillamente se pensó para evitar riesgos al tener un mejor conocimiento y entendimiento de los fenómenos.

Por su parte, el principio de la responsabilidad se enfoca en las generaciones futuras. Apunta a ser conscientes de que las acciones de una generación de seres humanos tienen consecuencias para la siguiente y así sucesivamente. Por lo tanto, el beneficio o daño que una generación cause en el ambiente será disfrutada o padecida por los seres humanos que están por venir.

Derechos de los animales

La investigadora mexicana María Guadalupe Zavala Páramo, en su artículo ¿Y qué
hay de nuevo con las vacas transgénicas? hace un recuento de la experimentación que se ha hecho con vacas para que produzcan leche muy parecida a la leche materna humana con el propósito de utilizarla como alimento humano.

Ya sea que los animales se utilicen para probar tratamientos médicos o que se modifiquen genéticamente para producir alimento, ambos casos representan posibles so- luciones a problemas humanos. Por un lado la investigación farmacológica contribuye a tener más opciones de salud, por el otro se ataca un problema alimentico. Sin embargo, surgen varias preguntas: ¿qué tan mal podemos tratar a los animales?, ¿cuáles son los límites que debemos tener con ellos?, ¿tenemos límites?, ¿deberíamos tener límites?

Estas preguntas llevan al siguiente cuestionamiento: ¿existe algún problema ético con el trato hacia los animales?, ¿tienen derechos que debemos respetar?

El filósofo Alejandro Tomasini Bassols (2008), en su artículo Ética, Derechos y Anima- les aborda la problemática. Parte de la idea simple de que los animales no son sujetos de derecho. Esto es, no son contemplados por las leyes, no son ciudadanos, no tienen patria.

Lo que el filósofo nos quiere decir con esto es que todas nuestras normas de conducta (moral) y los criterios para justificarlas (ética) inician y terminan en la esfera de los humanos. Sin embargo, Tomasini señala que el maltrato a los animales, además de reflejar un lado desagradable de nuestra sociedad, sí tiene consecuencias que entran en el ámbito de la discusión filosófica.

Su escrito es una búsqueda de un principio ético que justifique las normas de conducta que deberíamos tener para con los animales.

Fuente: Secretaría de Educación Pública. (2015). Ética y valores II. Ciudad de México.