El cuento
Origen y desarrollo del cuento
Antes de comenzar a abundar en la historia del cuento, es importante recordar que desde las más antiguas civilizaciones, el hombre tuvo la necesidad de transmitir oralmente lo que le acontecía y, aunque en un inicio no había una diferencia clara entre los diferentes subgéneros, hoy se puede clasificar toda la literatura popular de acuerdo con sus características.

Las primeras obras consideradas como cuentos, provienen de las civilizaciones de Oriente, y a pesar de que desde la Antigüedad existieron un sinfín de narraciones con características diversas que pudieran ser consideradas cuentos, el término cuento surgió en el siglo XIV.
Durante los siglos XV, XVI y XVII se dieron a conocer las obras de diferentes escritores, como Los cuentos de Canterbury, de Chaucer; Contes, de La Fontaine; Cuentos de mi madre la gansa, de Perrault, y Cándido, de Voltaire.
A partir del siglo XVIII, el Romanticismo se inspiró en la creación del relato corto, y escritores como Charles Nodier, en Francia; Hans Christian Andersen, en Dinamarca; Hoffmann, en Alemania, Edgar Allan Poe, en Estados Unidos y Gustavo Adolfo Bécquer, en España, todos ellos representativos de este periodo.
En la primera mitad del siglo XIX, durante la época realista, el relato costumbrista de aldea y el relato de vida campesina adquirieron gran interés, siendo algunos de sus representantes Gottfried Séller, Gogol, Bjornson, entre otros. Para la segunda mitad de este siglo, el cuento se populariza, estando entre sus principales representantes Antón Chéjov, Gustavo Flaubert, Guy de Maupassant y Juan Valera.
El cuento moderno apareció a finales del siglo XIX, adquiriendo un auge sorprendente en Hispanoamérica con grandes representantes como son Jorge Luis Borges, Carlos Fuentes, Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, entre otros.
Para el siglo XX, el cuento adquirió otra forma y contenido, considerando, entre otros aspectos, la diversidad de tendencias, la ruptura del hilo narrativo, la dislocación en los planos temporales, un personaje narrador (o narrador oculto y variable),
la búsqueda de un nuevo significado del habla popular, casi siempre de valor impactante y utilizado como lenguaje del narrador o de los personajes.
Características del cuento
Como vimos, el cuento es un relato de ficción, escrito en prosa y de corta extensión, que presenta un argumento sencillo, por lo que los ambientes y los personajes son escasos y rara vez descritos. Se caracteriza por su intensidad y dinamismo, que permiten que, a pesar de ser un subgénero de breve narración, logre captar la atención del lector.
Clasificación del cuento
Se han realizado muchos intentos por clasificar el cuento, tomando como base as- pectos como el tema, el contenido, los personajes, la época, los destinatarios, la técnica utilizada, entre otros. Esto ha dado un resultado muy variado y difícil de generalizar, ya que son pocos los cuentos que se ajustan a un tipo en específico.
De entre toda las clasificaciones, existe una que no se puede obviar, y que da pie para establecer la diferencia entre el cuento popular o tradicional, difundido principalmente a través de la transmisión oral; basado en los mismos argumentos y tipos de personajes; y en el que predominan elementos fantásticos o maravillosos; y la intención moralizante; y el cuento literario, basado en argumentos variados y, por lo tanto, más originales, con personajes individualizados y con distintas características, con la presencia de elementos fantásticos o maravillosos, pero con mayor presencia de lo real, y con una intención más recreativa y estética que moralizante.
En la siguiente página, te presentamos un cuadro que permite establecer las diferencias entre las características del cuento popular y las del cuento literario.
Cuento popular | Cuento literario | |
Autoría | La transmisión oral regularmente desconoce al autor, por ello, se pierde tanto el estilo como la personalidad del mismo, en su afán de apegarse al carácter universal del cuento, reflejado en la reiteración de temas, argumentos, personajes, entre otros. | El autor imprime al cuento su propio estilo, conservado su personalidad, lo que le da un toque de singularidad a la obra. |
Especificidad en cuanto a su origen | La transmisión por la vía oral dificulta la precisión sobre su origen, ya que los cuentos se difunden por distintas zonas y países del mundo, con adaptaciones propias del lugar en el que son narrados. | El hecho de recurrir a una herramienta como la escritura, impide hacer modificaciones o alteraciones a la obra, lo que permite tener una mayor precisión sobre su origen. |
Valoración de los elementos | Al buscar responder a la universalidad del cuento, el argumento es el elemento fundamental, por lo que una variación en los demás elementos no afecta la estructura de la narración. | Todos los elementos son fundamentales, ya que reflejan una marcada voluntad en el estilo del autor, lo que le da una forma específica, por lo que una variación en uno de los elementos, podría alterar la estructura y comprensión de la obra. |
Tema | En su afán de apegarse a la universalidad, plantea los mismos o similares contenidos, al grado de que tanto su argumento como su cierre son previsibles. | Busca innovar, por lo que sus contenidos son originales y variados. Esto provoca que tanto su argumento como su cierre sean imprevisibles o sorprendentes. |
Personajes | Los personajes tienden a ser planos, ligados a modelos preestablecidos, que privilegian la condición antagónica (el bueno y el malvado, el pobre y el rico, el tonto y el listo, etc.), por lo que los cambios que experimentan suelen ser en su apariencia, pero no en la función que desempeñan. | Los personajes tienen un carácter más individual definido por sus rasgos psicológicos y la peculiaridad en su conducta, por lo que no pueden ser agrupados en categorías genéricas (dualidad o antagonismo). |
Lenguaje | El lenguaje utilizado es impersonal, sencillo y con pocos recursos expresivos, ya que busca repetir la fórmula propia de los cuentos tradicionales, con el propósito de que sea accesible para el público y refleje la manera de hablar de una colectividad. | El lenguaje utilizado es más rico y elaborado, sin estar ceñido a una fórmula tradicional. Utiliza recursos expresivos que permiten la apreciación del estilo del autor que refleja su personalidad. |
Uso de las voces narrativas | Suele utilizar la tercera persona gramatical (él, ella, ellos, ellas); emplea el tiempo pasado y recorre al narrador extradiegético (omnisciente). | Suele utilizar todas las personas gramaticales (yo, tú, él, ustedes, etc.) los tiempos verbales pueden alternarse (pasado, presente, futuro); emplea otro tipo de narrador (autodiegético, intradiegético y metadiegético) |
Tiempo y espacio | La fórmula de tiempo y espacio suele ser genérica e indeterminada, ya que no sitúa la historia en un lugar o época específica. Esto se puede notar en una creatividad en su uso. En el Tiempo y espacio el uso de fórmulas como Érase una vez, En un país lejano, Hace mucho tiempo, Cuentan por ahí… En cuanto a la presentación de los hechos, se sustenta en un modelo lineal (planteamiento, desarrollo y desenlace) sin alteración del orden cronológico, de modo que el lector siga con claridad la historia. | El uso del tiempo y el espacio suele variar, buscando reflejar una creatividad en su uso. En el caso del tiempo, se utilizan fórmulas como los saltos en el tiempo, las anticipaciones, alteración del orden cronológico, entre otros. En el caso del espacio, hay una mayor especificidad, la cual permite identificar la época y el lugar en los que se desarrollan los hechos. |
Cuento literario
El cuento literario se encuentra fuertemente influido por las diferentes corrientes y movimientos literarios, por lo que en esta clasificación podemos encontrar diversos estilos artísticos y una gran variedad de temáticas.

Durante el romanticismo, desarrollado a finales del siglo XVIII y durante el siglo XIX, se dio origen a dos principales categorías de cuento: el infantil y el de suspenso.
El cuento infantil se caracteriza por estar enfocado en la revaloración de lo popular, por lo que recupera los elementos de los cuentos tradicionales, en los que se vuelve a retomar la intención moralizante y se refleja el antagonismo de los personajes, así como el triunfo del bien sobre el mal. La aparición de elementos maravillosos se manifiesta tanto en los personajes (brujas, duendes, gigantes, ogros, hadas) como en las situaciones rodeadas normalmente de magia y encantamiento. En esta categoría sobresalen autores como Hans Christian Andersen, con El patito feo, El soldadito de plomo, La sirenita; los hermanos Grimm, con Blancanieves, Caperucita Roja o El gato con botas, y posteriormente Oscar Wilde, con cuentos como El gigante egoísta o El príncipe feliz.
El cuento de suspenso se caracteriza por situar al lector en un estado de tensión, expectación o incertidumbre, resultado de la atmósfera de misterio, oscuridad y des- conocimiento. El cuento de suspenso, es considerado el antecedente de corrientes popularizadas en el siglo XX, como son el cuento de terror y el detectivesco. El estadounidense Edgar Allan Poe, es reconocido como el padre del suspenso, cuya maestría en esta categoría se puede reflejar en obras como Los crímenes de la calle Morgue o El corazón delator.

A inicios del siglo XIX, en el que se desarrolló la corriente literaria del realismo, el cuento realista tuvo un gran auge. Se basa en la presentación de hechos reales o imitados de la realidad, con el fin de crear un efecto de verosimilitud. El cuento realista surge de la observación directa del entorno y de la vida en sus diversos aspectos: religioso, social, moral, histórico, etc., buscando reflejar de forma seria la realidad y brindar un testimonio de ésta, tal y como es. El estilo de esta categoría se puede observar en obras como El pabellón número seis o La dama del perrito, de Chéjov; Bola de sebo o La casa Tellier, de Guy de Maupassant.
Durante el siglo XX, en la época contemporánea, se desarrollaron diversas categorías, como son el relato indigenista, el relato urbano, la literatura fantástica y el realismo mágico –con un gran auge en Hispanoamérica–, y los cuentos de terror, detectivescos y de ciencia ficción.
El relato indigenista, tiene como propósito exhibir las formas de vida de los distintos grupos étnicos de América, reflejando sus problemáticas: marginación, abusos, entre otros.
Destacan autores como Rómulo Gallegos y Rosario Castellanos.
A diferencia del relato indigenista, el relato urbano busca representar el estilo de vida de las ciudades y sus pobladores, lo que da pie a la generación de escenarios, temas y personajes. A inicios del siglo XX destacan autores como Franz Kafka, Herman Hesse, Ernest Hemingway, Scott Fitzgerald y William Faulkner; a mitad del siglo, Truman Capote, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges; a finales del siglo XX y durante el siglo XXI, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Isabel Allende, Laura Esquivel, entre otros.
La literatura fantástica y el realismo mágico tratan de ubicar al lector en situaciones reales, desde el punto de vista geográfico, temporal y cultural, en los que suceden situaciones inexplicables que alteran la realidad. Estas dos corrientes se diferencian en que la literatura fantástica busca crear angustia en el lector ante la posibilidad de que lo que ocurre en la narración, pueda suceder en la vida real, lo que se observa claramente en los relatos de Jorge Luis Borges en su libro Ficciones; mientras que el realismo mágico busca mostrar lo extraño o inexplicable como algo cotidiano y común, lo cual se puede ver en relatos como La hojarasca o Los funerales de la Mamá Grande, del autor que mejor representa esta corriente: Gabriel García Márquez.
Los cuentos de terror, buscan producir el miedo psico- lógico, así como sus efectos físicos, a través del planteamiento de sus situaciones y personajes. Destacan representantes como H.P. Lovecraft, Bram Stoker y, más recientemente, Stephen King. Por su parte, los cuentos detectivescos buscan crear intriga y misterio con base en hechos relacionados con crímenes o espionaje. como las historias de Sherlock Holmes.
Los cuentos o relatos de ciencia ficción, se caracterizan por utilizar elementos propios de la ciencia y la tecnología, y especular sobre las consecuencias que éstos pueden tener en el desarrollo futuro de la humanidad. Un aspecto interesante de esta corriente es que los autores, al tener un conocimiento sobre la ciencia, logran crear escenarios realmente creíbles y lógicos, por lo que, en muchos casos, han acertado en las suposiciones del futuro plasmadas en sus obras. Representantes destacados de la ciencia ficción son H. G. Wells, Arthur C. Clarke, Isaac Asimov y Ray Bradbury.
Estructura externa e interna del cuento
Contextualización del cuento.
Para comprender un cuento, es necesario conocer el entorno en el que fue escrito, el cual se encuentra determinado por los siguientes elementos:
- Autor. Atraviesa por diversas circunstancias que definen su historia y su personalidad. Es común que el cuento se vea influido por los rasgos psicológicos, experiencias y hechos vividos por el autor, por lo que es importante conocer las circunstancias de su vida, con el fin de tener mayor claridad sobre su obra.
- Momento histórico. Son los acontecimientos sociales, políticos, económicos, culturales y religiosos, entre otros de la época en que se desarrolla el cuento. Conocer estos factores nos permite interpretar adecuadamente el texto.
- Corriente literaria. Lo integran las características, ideologías o principios del con- junto de obras a las que pertenece, y que a su vez, están determinadas por el momento histórico.
Lee el cuento La abeja reina de los hermanos Grimm, y posteriormente observa el ejemplo de análisis de los aspectos contextuales que lo enmarcan y que permiten tener una mayor comprensión e interpretación del mismo.
La abeja reina
Los hermanos Grimm
Zafia y disipada era la vida en la que cayeron dos príncipes que habían partido en busca de aventuras, y así no podían volver de ninguna manera a su casa. El benjamín, el bobo, salió en busca de sus hermanos. Cuando los encontró se burlaron de que él, con su simpleza, quisiera abrirse camino en el mundo cuando ellos dos, siendo mucho más listos, no eran capaces de salir adelante.
Se pusieron a andar juntos y llegaron a un hormiguero. Los dos mayores quisieron revolverlo para ver cómo las pequeñas hormigas correteaban asustadas de un lado a otro llevando consigo sus huevos, pero el bobo dijo:
– Dejen en paz a los animales. No consiento que los molesten.
Luego siguieron adelante y llegaron a un lago en el que nadaban muchos, muchos patos. Los dos hermanos mayores quisieron cazar un par de ellos y asarlos, pero el bobo dijo de nuevo:
– Dejen en paz a los animales. No consiento que los maten.
Finalmente llegaron a una colmena. Dentro había tanta miel que rebosaba tronco abajo. Los dos quisieron prender fuego bajo el árbol para que las abejas se asfixiaran y ellos pudieran quitarles la miel. El bobo, sin embargo, los detuvo otra vez diciendo:

-Dejen en paz a los animales. No consiento que los quemen.
Los tres hermanos llegaron entonces a un palacio en cuyas caballerizas había un montón de caballos petrificados, pero no se veía a ningún ser humano. Recorrieron todas las salas hasta que al final llegaron ante una puerta que tenía tres cerrojos. En mitad de la puerta, sin embargo, había una mirilla y por ella se podía ver lo que había dentro del cuarto. Allí vieron a un
hombrecillo gris sentado a una mesa y lo llamaron a voces, una vez…, dos veces…, pero no los oyó. Finalmente lo llamaron por tercera vez y entonces se levantó y salió. No dijo ni una palabra, pero los agarró y los condujo a una opípara mesa, y cuando hubieron comido llevó a cada uno de ellos a un dormitorio. A la mañana siguiente entró en el del mayor, le hizo señas con la mano y lo llevó a una mesa de piedra, sobre la cual estaban escritas las tres pruebas que había que superar para desencantar el palacio.
La primera era así: en el bosque, debajo del musgo, estaban las mil perlas de la princesa; había que buscarlas y antes de que se pusiera el sol no tenía que faltar ni una sola o, de lo contrario, quien hubiera emprendido la prueba se convertiría en una piedra. El príncipe fue allí y se pasó el día entero buscando, pero cuando el día tocó a su fin no había encontrado más que cien y quedó convertido en piedra. Al día siguiente emprendió la aventura el segundo hermano, pero, al igual que el mayor, se convirtió en piedra por no haber conseguido hallar más que doscientas. Por fin le tocó el turno al bobo y se puso a buscar en el musgo, pero era tan difícil encontrar las perlas y se iba tan despacio que se sentó encima de una piedra y empezó a llorar. Y, según estaba allí sentado, el rey de las hormigas, al que él una vez había salvado, llegó con cinco mil hormigas que, al cabo de un rato, ya habían encontrado todas las perlas y las habían reunido en un montón.
La segunda prueba, en cambio, consistía en sacar del mar la llave de la alcoba de la princesa. Cuando el bobo llegó al mar se acercaron nadando los patos a los que él una vez había salvado; éstos se sumergieron y sacaron la llave del fondo.
La tercera prueba, sin embargo, era la más difícil: entre las tres durmientes hijas del rey había que escoger a la más joven y predilecta; pero eran exactamente iguales y en lo único que se diferenciaban era en que la mayor había tomado un terrón de azúcar, la segunda sirope y la menor una cucharada de miel, y había que acertar sólo por el aliento cuál de ellas había comido la miel. Entonces llegó la reina de las abejas que el bobo había salvado del fuego, tentó la boca de las tres y al final se posó en la boca que había tomado miel, y el príncipe reconoció así a la verdadera.
Entonces se deshizo el encantamiento, todo quedó liberado del sueño y los que eran de piedra recuperaron su forma humana. El bobo se casó con la más joven y predilecta de las princesas y cuando murió el padre de ella, se convirtió en rey. Por su parte, sus dos hermanos se casaron con las otras dos hermanas.
Los hermanos Grimm, La abeja reina, disponible en http://www.ciudadseva.com/
textos/cuentos/ale/grimm/la_abeja_reina.htm, consultada el 30 de mayo de 2014.

Estructura del texto
¿Cuál es el tema de la historia? ¿Quiénes intervienen en ella? ¿Quién la cuenta? ¿Qué se cuenta? ¿Dónde sucede? ¿Cuándo sucede? ¿Cómo se narra? El cuento está compuesto por diversos elementos. Los cuales poseen características propias que permiten la identificación de este subgénero. A continuación se describen brevemente cada uno de ellos:
- Tema. Permite conocer sobre qué trata la obra. El cuento se caracteriza porque maneja solamente un tema, que puede estar relacionado con el amor, terror, ficción, aventura, entre otros.
- Personajes. Son creados por el autor para tomar parte en las acciones: personajes históricos, seres fantásticos, animales, etc. Se clasifican en protagonistas, antagonistas, secundarios e incidentales.
- Narrador. Es la voz que cuenta y relata los sucesos. La voz enunciativa que utiliza el escritor: primera, segunda o tercera persona. Los hay de diferentes tipos: autodiegético, intradiegético, extradiegético y metadiegético.
- Hechos. Se refiere a las acciones de los personajes. En este elemento se da cuenta tanto de hechos reales como fantásticos, partiendo en todo momento de una base de ficción.
- Espacio. Se refiere a espacios físicos, es decir, los lugares donde se sitúan los personajes y donde suceden los hechos. El espacio es real, cuando corresponde a lugares tales como una casa, un patio, la escuela, la calle, etc.; e imaginario, cuando no existe.
- Tiempo. Es la época en que se ambienta la historia y la duración del suceso narrado. Por lo tanto, se debe distinguir entre tiempo externo e interno:
a) Externo. Se refiere al tiempo en que se sitúa lo narrado, es la época o el periodo histórico en que se desarrolla la acción. Puede ser explícito o deducirse a partir del ambiente, los personajes, las costumbres, etc.
b) Interno. Es el tiempo que duran los acontecimientos narrados en la historia. Puede ser toda una vida o varios días; o bien, el autor selecciona los momentos que considera interesantes y omite aquellos que considera innecesarios. Respecto a la transición interna del tiempo en el cuento, aparece marcada mediante formas del tipo Más tarde, Al día siguiente, Por la noche, Por la mañana, etc.
- Lenguaje. Comprende el estilo y la forma de expresión que utiliza el autor.
a) Estilo. Corresponde a la manera particular que tiene el escritor para utilizar el lenguaje, de manera que, al ser un reflejo de su personalidad, le da un carácter propio a su obra. En este sentido, podemos decir que hay tantos estilos como escritores. A manera de ejemplo, mencionaremos que hay autores que utilizan la sonoridad de las palabras para lograr un efecto poético; otros adornan su texto para lograr una mayor expresividad; otros prefieren la exactitud y eliminan todo elemento decorativo con la finalidad de crear un mundo más conceptual.
b) Formas de expresión. Son los recursos expresivos utilizados para el desarrollo de la narración. El uso del lenguaje está estrechamente relacionado con el tipo de cuento: cotidiano, metafórico, científico, etc., así como con el recurso empleado para el desarrollo de la historia: narración, descripción o diálogo.
Existen otros elementos que también influyen en el desarrollo del cuento, como lo son la atmósfera, es decir, el estado emocional que predomina en la historia: misterio, violencia, tranquilidad, angustia; y el tono, es decir, la actitud del autor ante lo que está presentando, que puede ser humorístico, irónico, sarcástico, desafiante, persuasivo, cínico, melancólico, entre otros.
Lee el cuento La vida del hombre de Javier Marques, y posteriormente observa el ejemplo de análisis de la estructura del texto, que permite identificar los elementos que lo componen.
La vida del hombre
Javier Marques
Dios creó al hombre y le dijo:
– Anda, serás el señor de la tierra, el animal superior. Grandes trabajos y muchas sorpresas te esperan, pero triunfarás de todo por tu propio esfuerzo. Tu felicidad depende mucho de tu voluntad. Vivirás treinta años.
El hombre escuchó y calló. Dios creó al asno y le dijo:
– Vivirás como esclavo del hombre, le llevarás así como todas las cargas que te pondrá encima. Serás suficientemente paciente y discreto para soportar, no solamente las cargas pesadas, sino también las privaciones que te serán impuestas durante los viajes. Vivirás cincuenta años.
El asno meditó y contestó:
– Esclavitud, cargas, privaciones, y vivir cincuenta años… Es mucho, Señor;
treinta años me bastarán. Dios creó al perro y le dijo:
– Anda, serás el compañero del hombre, le servirás de guardián, siempre vigilante, en su puerta, sirviéndole con completa obediencia, aunque te den sólo un hueso para calmar tu hambre. Recibirás golpes, pero humilde y fiel, lamerás la mano que te pegará. Vivirás treinta años.
El perro pensó y replicó:
– Vigilar día y de noche, recibir golpes, tener hambre y vivir treinta años… No, Señor, quiero diez solamente.
Dios creó al mono y le dijo:
– Anda, tu oficio es divertir al hombre, saltando de rama en rama, o bien amarrado con una cadena, tratarás copiando sus gestos e imitándole y haciendo muecas, hacerle olvidar sus molestias y regocijarle. Vivirás cincuenta años.
El mono frunció el ceño y repuso:
– Señor, es demasiado para una vida tan indigna. Me basta con vivir treinta años. Hablando entonces el hombre, dijo:
– Veinte años que el asno no ha querido, veinte años que el perro ha desdeñado y veinte que el mono ha rehusado, dádmelos, Señor, pues treinta años son pocos para ser el rey de los animales.
– Tómalos, dijo, el Creador. Vivirás noventa años, pero con una condición: tú realizarás en tu vida no sólo tu destino, sino también el del asno, el perro y el mono. Y así vive el hombre.
Hasta treinta años, valiente, resistente, enfrenta peligros y obstáculos y lucha resueltamente, vence y domina: es el hombre.
De treinta a cincuenta años, tiene una familia y trabaja sin descanso para mantenerla. Educa a sus hijos, se cansa para asegurarles buen porvenir. Las cargas y responsabilidades se le acumulan encima: es el asno.
De cincuenta a setenta años, es el centinela de la familia. Abnegado y dócil, su deber es defenderla, pero ya no puede hacer prevalecer su voluntad. Contrariado, se humilla, obedece: es el perro.
De setenta a noventa años, inútil y ridículo. Su gula hace reír, así como sus gruñidos y su chochez. Sabe que ya no se le toma en serio, pero se resigna y le gusta hacerse el payaso para los niños: es el mono.
Tomado de Manuel Michaus, y Jesús Domínguez, (1981). El galano arte de leer.
Antología didáctica, p. 343-345, 11ª ed. México: Trillas.
Fuente: Secretaría de Educación Pública. (2015). Literatura I. Ciudad de México.
Categorías:Literatura de preparatoria, Preparatoria